Hasta hace poco, se pensaba que la sequía era sinónimo de cielos azules, lluvias escasas y tierras agrietadas tras meses sin precipitaciones. Pero la ciencia ha cambiado radicalmente esta imagen.
Un estudio internacional, publicado en mayo de 2025 en Nature, revela una realidad contraintuitiva: la sequía se está intensificando hoy en día incluso en regiones donde las precipitaciones no están disminuyendo. ¿Cómo es posible?
Los científicos hablan de demanda evaporativa atmosférica, o AED (Atmospheric Evaporative Demand). Se trata de la cantidad de agua que el aire es capaz de absorber a través de la evaporación del suelo, los ríos o la transpiración de las plantas. Cuando el aire se calienta, requiere más humedad y la absorbe donde puede: en los paisajes, los cultivos, los bosques.
Según este estudio, casi el 40 % del agravamiento de las sequías globales observado en los últimos 40 años se debe a este aumento de la AED.
Para llegar a esta conclusión, investigadores de las universidades de California, Reading, Múnich y Leeds cruzaron bases de datos meteorológicos de alta resolución que abarcaban el periodo comprendido entre 1901 y 2022. Utilizaron el Índice Estandarizado de Precipitación-Evapotranspiración (SPEI), que permite evaluar las sequías teniendo en cuenta tanto las precipitaciones como la demanda evaporativa de la atmósfera (AED).
A continuación, compararon los escenarios reales con simulaciones en las que las precipitaciones o la AED se mantenían constantes, y otra simulación combinada con datos climáticos reales. Al hacerlo, descubrieron que, incluso manteniendo las lluvias estables, el aumento del AED bastaba para explicar casi la mitad del agravamiento de las sequías en algunas regiones como Australia (51 %), África (44 %) o Sudamérica (hasta un 65 %).
Desde 2018, la superficie mundial afectada por sequías ha aumentado un 74 %. Solo en 2022, el 30 % de la superficie terrestre del planeta sufrió una sequía de moderada a extrema. Europa se vio especialmente afectada: el 82 % del territorio europeo se vio afectado ese año, con una combinación alarmante: un 35 % menos de precipitaciones, pero un 40 % más de AED.
Y esto no se limita a las zonas áridas. El estudio muestra que regiones históricamente húmedas como Europa Central, el este de Estados Unidos o el sur de Brasil se están volviendo cada vez más vulnerables, no por falta de lluvia, sino por un aire demasiado cálido, demasiado seco y demasiado exigente.
Este fenómeno de "atmósfera sedienta" supone un cambio radical para los ecosistemas y las sociedades humanas. Amenaza la producción agrícola, debilita las presas hidroeléctricas y aumenta los riesgos para la seguridad alimentaria mundial. Los efectos ya se están dejando sentir: bosques quemados, cosechas perdidas, ríos secos, tensiones por el al agua en varias regiones del mundo.
Además, es necesario adaptar las prácticas agrícolas a un clima más evaporativo, apoyar soluciones basadas en la naturaleza (suelos vivos, setos, cubierta vegetal) y ajustar la financiación climática a esta nueva realidad científica.
Gebrechorkos, S.H., Sheffield, J., Vicente-Serrano, S.M. et al. Warming accelerates global drought severity. Nature (2025). https://doi.org/10.1038/s41586-025-09047-2